By: Elviz Cocho
Sor Juana Inés de la Cruz es considerada una de las
primeras defensoras de los derechos de la mujer en nuestro país. Cuando sus
escritos alguna vez dejaron de ser de carácter religioso, recibió una llamada
de atención por parte del Obispo bajo el cual ella era subordinada. Ella
contestó aquello diciendo que lo seguiría haciendo dado que tenía derecho a
hacer lo mismo que los religiosos varones hacían en esa misma época. Era una
figura ejemplar en genialidad, no solo era escritora, sino que también tocaba
varios instrumentos. Por otro lado, aunque su principal campo temático fue la
poesía, escribió algunas comedias y autos sacramentales (especie de obra de
teatro con tema puramente religioso). “Los Empeños de una Casa” y “El Cetro de
José y el Divino Narciso” son dos de sus obras con tintes teatrales más
memorables. También realizó obras dramáticas el escritor Juan Ruiz de Alarcón a
finales de este siglo XVII.
Siglos XVIII y XIX
El teatro en México se vio gravemente aturdido por
todo lo que la Independencia implicó. El descontento generalizado de todo el
país pondría las ideas y la creatividad en otro sitio, y los lugares para
llevar a cabo teatro no eran abundantes. El país cayó en un bache cultural,
pero logró el premio mas anhelado por el ser humano: la libertad.
Cuando todo pasó a un clima de tranquilidad ahora
cuando menos respirable, las cosas regresaron a una normalidad relativa, y los
escritos empezaron a fluir. Sobresalieron entonces autores románticos como
Fernando Calderón y Manuel Eduardo de Gorostiza. Por éstas épocas se creó en
México el concepto de “zarzuela”, y muchas obras prosiguieron bajo ese
estándar. Se convirtió en una de las formas de teatro más populares de
entonces.
Siglo XX
La zarzuela tenía tintes españoles, pero la mayor
parte de las veces trataba sobre temas mexicanos. A finales del siglo anterior
y a principios de este, se hizo mucho énfasis en que los actores hablaran con
acento español, práctica que aún prevalece en nuestros días. José F. Elizondo
creó la zarzuela “Chin-Chun-Chan”, en el año de 1904, que se convertiría en la
primera obra presentada en México en alcanzar las 1000 representaciones. Dos
años antes, en 1902, se había formado la Sociedad de Autores Dramáticos, que
tenía como interés principal el documentar obras de autores mexicanos. Fue en
estos tiempos, a la par de la Revolución Mexicana, que el teatro en nuestro
país comenzaba a tomar forma como algo que perseguía las tradiciones y el
folklore del país, e intentaba dejar atrás la influencia española. Xavier
Villaurrutia y Salvador Novo fueron dos pilares en la construcción de una nueva
era en lo que al teatro mexicano de vanguardia se refería.
En 1925 se formó la Unión de Autores Dramáticos, la
cual tenía como objetivo dar conferencias, pláticas y en general fomentar la
cultura del teatro en México. Manuel Díaz Barroso sería el titular de este
organismo. Sacarían al público obras como “Véncete a Ti Mismo”, y
posteriormente, Díaz Barroso y 6 de sus colaboradores terminarían llamándose
“El Grupo de los Siete Autores”. Existían otros grupos de esta índole, tales
como “Escolares de Teatro”, “Teatro de Ulises” y “Teatro de Orientación”. Se
tuvieron incluso publicaciones como “Contemporáneos”, la cual consistía de algo
parecido a una revista que abarcaba muchos temas relacionados con el teatro
mexicano, primordialmente el trabajo que se estaba llevando a cabo, y los
avances que se habían logrado en separarse de lo español. El ya mencionado
Xavier Villaurrutia y Celestino Gorostiza eran los encargados de su edición.
Cabe destacar que estos grupos teatrales mexicanos fueron de los primeros en
contratar a sus actores y realizar todo el espectáculo sin fines comerciales,
únicamente para contar con lo necesario para sustentarse pero haciendo énfasis
total en destacar el arte como tal.
Para 1950, el teatro universitario se convirtió en una
realidad, gracias a nombres como Villaurrutia, Novo, Usigli y Gorostiza. Obras
como “Corona de Sombra”, “Medio Tono” y “El Gesticulador” darían el empuje
necesario en todos los niveles para que la carrera de Literatura Dramática y
Teatro fuera creada en la facultad de Filosofía y Letras en la Universidad
Nacional Autónoma de México. El realismo se había apoderado entonces tanto de
escritores como de directores y actores, la mayoría de las obras que entonces
se pusieron en escena bajaban a un plano de realidad cada vez más intenso.
Emilio Carballido en la década de los 80’s, con la obra “Rosa de Dos Aromas”,
sería un grandioso ejemplo de un teatro lleno de talento, experiencia y arte,
estando en escena por más de 5 años y alcanzando más de 2500 representaciones.
Otros nombres importantes de esta época son: Luisa Josefina Hernández, Héctor
Mendoza, Sergio Magaña, Luis de Tavira, Julio Castillo, Juan José Gurrola, Luis
Basurto, Héctor Azar y Vicente Leñero.
Cabe destacar la importancia que tienen dos festivales
de renombre internacional en nuestro país en donde el teatro es pieza
fundamental: el Festival de la Ciudad de México, y el Festival Cervantino de la
ciudad de Guanajuato. Actualmente el teatro es presentado en niveles
semi-profesionales por muchas universidades del país, siendo una de las
completas el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
(ITESM), que cuenta con centros de Difusión Cultural en muchos de los Campus en
diferentes ciudades de México.
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